Federico Nogara: Tango

 

Textos para actuaciones de Martha Giordano

 

Horacio Ferrer y Eduardo Galeano

Corrían los años cincuenta. Un poeta uruguayo, Líber Falco, perseguía la luna por el barrio montevideano Jacinto Vera («De noche blanca corría/ y yo corría tras ella») sin saber que estaba generando una costumbre.

Años después, dos compatriotas suyos, Horacio Ferrer y Eduardo Galeano, saldrían también detrás del blanco satélite terrestre, uno ya «piantao» (Falco también se lo había anunciado: «Fuera locura, pero hoy lo haría«) por la calle bonaerense de Callao, y el otro por los vastos espacios abiertos de América Latina.

Por el camino aprendieron. Descubrieron que ambos eran rioplatenses, de las dos orillas y, más que eso, universales, porque los soñadores no tienen patria, o las tienen todas. Comprobaron que el mundo es ancho y ajeno y la revolución una sola y continua. Y que la poesía se escribe y se recita en las grandes salas, pero nace en el pueblo, en la gente común.

Hoy, aquí y ahora, hay gente corriendo detrás de la luna.

 

El tango

Jorge Luis Borges used to say that tango is a philosophy you can dance. The question is: Is it possible for popular music to develop into a philosophy? We can distinguish three clear stages in the history of tango, but we just want to refer to the second, in the course of which words and music come together.

During the first half of the XX century, some great poets, including Borges, started to contribute to the subject. Being all of them descendants of migrants, they put in their work a logic mixture of lost love, nostalgy and uprooting which are the central themes of tango. Have writers of this part of the world always been writing tango? Have tango singers always sang  literature? We don´t know. But isn´t philosophy a discipline which tries to answer questions?

 

Del amor y otras ausencias

Desde el título estamos ante el tango. El amor vivido no como un cuento de hadas sino como una ausencia. El amor como dolor supremo. De repente, en una esquina de barrio, descubrimos lo que somos, entendemos nuestra finitud, nuestro tiempo escaso, lo vano de nuestras ambiciones. Pero seguimos adelante, porque el conocimiento de esta verdad nos salva de ella. Al final no somos más que un puente, la persona que entrega el testigo a otro que vendrá para tener las mismas angustias.

Una ausencia y una angustia de la que sólo nos aliviará la mano tendida del amigo y el pequeño momento de goce que nos está permitido.

De ese material está hecho el tango. No podía ser de otra manera tratándose de una música de desterrados, de perseguidos, de aventureros y soñadores.

Martha Giordano, José Matos y Federico Rodríguez Jacué nos lo traen, acompañado de los poemas de Idea Vilariño y Juan Gelman, quizá los poetas más tangueros del Río de la Plata.