Barcelona Review
Esta antología ha sido recopilada por el equipo redactor de la Revista Malabia, que ocupa un lugar destacado en el bosque de revistas que circulan por internet. La antología recoge textos en verso y prosa, poesía y narrativa, cosa poco frecuente en las antologías hechas y publicadas en España, donde cada género suele ocupar un compartimento estanco.
Uruguay presume de ser uno de los países de América Latina con más escritores por kilómetro cuadrado, y de poseer uno de los sistemas escolares más prestigiosos del subcontinente americano. Como escritores de prestigio internacional basta con mencionar a Juan Carlos Onetti, Juana de Ibarbourou, Delmira Agustini o Idea Vilariño. Es un país marcado a fuego por la política, que ha llevado a muchos creadores a vivir en el exilio, aunque sin perder nunca la conexión con sus orígenes. Precisamente en esta antología que comentamos hoy se recogen obras de escritores de dentro y fuera del país, porque forman siempre un conjunto unitario y porque no hay ruptura entre los que se quedaron y los que tuvieron que exiliarse por motivos políticos o económicos.
Los árboles sin bosque recoge fragmentos de las obras de catorce escritores y ocho escritoras, cada uno de ellos con voz personal y propia. No tienen nada en común salvo el amor por la Literatura, con mayúscula, y el deseo de transmitir al lector una emoción estética además de una mirada sobre el mundo.
La antología se abre con «Un árbol es el bosque», poema de Roberto Juarroz, que sirve de justificación del título y nos da pie a pensar en cada uno de los árboles, los escritores, que nos transmiten su voz. Germán Machado inicia la antología con su poema Bosque: «Hay un bosque dentro de este bosque/ y en el claro hay un claro«. A partir de aquí encontramos la poesía dura, pesimista, dolorida de Selva Casal: «Comemos y seremos comidos porque parece que dormimos«. La poesía clara de Amanda Berenguer, recientemente fallecida: «Acaso no esté sola para siempre«. La ironía de Cristina Peri Rossi: «Y vino un un periodista de no sé dónde/ a preguntarnos qué era para nosotros el exilio«. La poesía discursiva de Enrique Bacci. La preocupación por la palabra de Mariella Nigro: «Sinuoso el camino de la idea/ la palabra persigue la cosa para nombrarla«. Encontramos tantos caminos como poetas. A los ya mencionados hay que añadir a Silvia Guerra, Tatiana Oroño, Héctor Rosales, Álvaro Ojeda, Circe Maia, Álvaro Miranda, Javier Etchemendi, Roberto genta, Alfredo Fressia, Melba Guariglia y Luis Bravo.
En los prosistas encontramos también caminos muy diversos, como los que en su momento representaron para la novela y el relato uruguayo las obras de Onetti, con su desolación y amargura existencial, y las de Felisberto Hernández, cuentista excepcional.
En la antología se recogen muestras de los prosistas Hugo Fontana, Federico Nogara, Rafael Courtoisie, Alicia Migdal, Henry Trujillo y Miguel motta.
Antología interesante, no sólo por la calidad de los autores recogidos, sino también por ser un panorama de una de las literaturas más prolíficas de América Latina que nos acerca nombres y obras poco o nada conocidos en España.
María Cinta Montagut