Revista Arte Cultural (Argentina, 2006)

¿Cómo surge la idea de la revista Malabia?

En un encuentro cultural en Brasil conocí a Guillermo Pérez Raventós, artista plástico de La Plata. Pese a ser de generaciones diferentes, descubrimos que nos unía una mirada similar al fenómeno del arte y la cultura. De las muchas charlas surgió la idea de hacer algo en común y luego, ya a la distancia (él desde la Plata, yo desde Barcelona), empezamos a darle forma a la revista. Nos propusimos que fuera literaria para facilitar la participación de ambos, yo en la parte escrita, él en el diseño. Para lanzarla necesitábamos recurrir a un autor cuya imagen representara en líneas generales lo que pretendíamos. Nadie mejor que Onetti, un escritor de calidad, irreverente, agresivo, con fama de «outsider». Eligiendo a Onetti el título estaba cantado: Jorge Malabia es el intelectual de sus novelas, el que nos representa en nuestros sueños y nuestras miserias. Porque nuestra característica principal como revista es la búsqueda de la calidad, pero no la que dicta el mercado, nosotros no publicamos a los exitosos y consagrados, ponemos el énfasis en lo que podríamos llamar la «clase media» de los escritores: gente ya publicada, con experiencia, pero que no ha entrado en el Olimpo de las ventas. Y no lo hacemos por snobismo, sino porque seguimos la idea onettiana de que el artista está condenado al fracaso. El éxito en esta sociedad -las críticas favorables unidas a las grandes ventas-, lo cambia todo.

¿Cómo está funcionando Malabia?

Ahora entramos en la verdadera etapa de crecimiento. Al principio todo era dudas, porque partimos de cero y nos lanzamos al agua sin salvavidas, confiando en poder nadar. Los autores siempre desconfían de una publicación nueva y hacen bien. ¿Quién los financia a estos, qué andan buscando, cuál es el objetivo? Son preguntas lógicas que nos hacemos cuando nos invitan a ser parte activa de un proyecto desconocido. Por esa razón, nadie te echa un cable. Al final nadamos hasta pasar el primer año.

Pasando a una opinión más personal, ¿cuál es su posición frente a la escritura?

Yo creo que a estas alturas del partido es necesario diferenciar la literatura de la escritura. Durante la primera mitad del siglo XX no fue relevante la diferencia, los escritores, en general, se morían de hambre, por lo que escribir era cosa de audaces, de locos. Las familias de clase media se llevaban un disgusto si les salía un hijo escritor. Pero a partir de los noventa (luego de la caída del stalinismo) el sistema capitalista se quedó solo y la cultura pasó a ser otra forma de hacer dinero: entretenimiento y negocio. Hoy el mundo del libro es un cambalache en el que caben presentadores y famosos de la televisión, locutores de radio, periodistas, aristócratas, vividores y a raíz de ello surgen géneros y subgéneros como hongos. Me niego a meter en ese cambalache los 18 años que tardó Joyce en escribir el Ulises, la dignidad de Rulfo, que escribió una novela y algunos cuentos, y pese a la gran repercusión obtenida se negó a seguir porque no tenía nada más que decir; la soledad de Faulkner allá en el sur de USA, la actitud de Macedonio Fernández, gran intelectual al que le importaba «un pito» publicar. Escribir lo que se lleva, o pagar para ser publicado, es cosa de mercado; la literatura es otra cosa.

Parece que el sistema que desprecia la inteligencia se anota una nueva victoria al vulgarizar el mundo del libro de esa forma.

Ese es uno de los logros fundamentales del poder en esta nueva etapa de «democracia»: habernos quitado el destino de nuestras manos. Usted quédese en casa tranquilo que los políticos y empresarios lo resuelven todo, ese es el mensaje. Y los hemos dejado hacer. El mundo está mucho peor que veinte años atrás y muchísimo peor que hace cuarenta años. es hora de cambiar la forma de pensar, de volver a la calle a reclamar lo que es nuestro, de no dejarnos vencer por la dictadura de las grandes multinacionales unidas al poder político.